El pasado 8 de agosto Todd Robinson, jefe de la oficina antidrogas del Departamento de Estado de Estados Unidos, habló sobre la posibilidad de reanudar los monitoreos satelitales que el gigante norteamericano ha venido realizando a lo largo de dos décadas en territorio colombiano. Sin embargo, la implementación de los monitoreos satelitales sobre los cultivos de coca en países de la región andina como Colombia, Perú y Bolivia, no necesariamente representan una medida directa contra el tráfico de cocaína desde la región.
Según Hugo Fernando Guerrero Sierra, docente del programa de Negocios y Relaciones Internacionales de la Universidad de La Salle, “los monitoreos que se han venido realizando por parte de Estados Unidos son simplemente un mecanismo para obtener información con el fin de que establezca un control sobre las hectáreas dedicadas a la producción de coca”.
El presidente Gustavo Petro ha afirmado en reiteradas ocasiones que esta contienda contra las drogas no debe poner en la mira al campesinado, sino a los productores y a los distribuidores de este tipo de sustancias, razón por lo cual surge la siguiente pregunta: ¿se van a ver afectadas las relaciones entre los dos países por la retoma de los monitoreos? De acuerdo con la opinión del profesor Hugo, “esta medida no debería afectar nuestras relaciones con Estados Unidos puesto que la suspensión del mecanismo se dio hace apenas un mes y ha sido un proceso que se ha realizado de manera ininterrumpida a lo largo de 20 años, reitero, no es una medida que busque atacar de manera agresiva el tráfico de drogas, sino obtener información para el diseño de medidas que permitan contener este flagelo”.
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Cabe resaltar que Estados Unidos ha mantenido en firme una batalla en contra de la producción, distribución y consumo de estupefacientes desde hace 50 años, batalla dentro de la cual Colombia se ha convertido en uno de sus principales aliados, cooperando en conjunto para el monitoreo y control de la producción de la hoja de coca en el país.
