La tecnología ha permeado gran parte de la vida y cotidianidad de la sociedad generando que muchos sectores del mundo empiecen a considerar como prioridad, el manejo y la difusión de la información a través de canales virtuales. Una de las áreas que tuvo que adecuarse a las dinámicas digitales fue la enseñanza de la fe a través del catequismo dado que, debido a las circunstancias suscitadas por la pandemia, no es viable las reuniones presenciales para dicho fin.
Así que desde el programa de Licenciatura en Educación Religiosa de la Facultad de Ciencias de la Educación se desarrolló un espacio académico denominado Catequismo y mundo digital en donde expertos en educación religiosa compartieron sus experiencias con estas nuevas dinámicas tecnológicas de la mano de Marcelo Muruá, coordinador de la Escuela Diaconado de la Diócesis de Bariloche, Argentina.
Para Muruá, “es trascendental que la educación religiosa y en especial el catequismo empiecen a crear canales tecnológicos para que los acercamientos y las experiencias se facilitaran en estos nuevos contextos. El uso de la tecnología para predicar y hablar sobre la fe es una de las posibilidades que nos brinda la modernidad para llevar a Dios a cualquier parte del mundo y a su vez, amplificar las posibilidades de enseñanza”.
Sin embargo, en este camino aún quedan algunos retos que se deben de superar como el abuso en el uso de estas herramientas tecnológicas y los riesgos de una incorrecta comunicación de la fe a los creyentes; además, formar a laicos y miembros de la iglesia para el correcto uso de estos nuevos instrumentos y así mejorar significativamente las experiencias de conocimiento y de enseñanza del cristianismo.
Las nuevas realidades del mundo nos han enseñado que hay que aprovechar el progreso de las nuevas generaciones de forma positiva para potencializar los caminos hacia la enseñanza de la fe y el amor de Dios.
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